Cuáles son las principales pruebas para detectar la perdida auditiva

Los cinco sentidos son los que nos ayudan a desenvolvernos por el mundo, pero en más de una ocasión, especialmente cuando comenzamos a adentrarnos en la vejez, algunos de ellos fallan poco a poco. Resulta muy frustrante darte cuenta, al principio de manera casi imperceptible, de que ya no ves o de que ya no oyes como lo hacías antes, aun aceptando que se trata de algo que le acabará pasando a todo el mundo. Aun con todo, a no ser que suframos algún accidente o enfermedad que provoque la pérdida repentina de audición, lo cierto es que se trata de un proceso muy gradual, y es probable que llegue un punto en el que nos demos cuenta de que ya apenas escuchamos sin saber muy bien cómo hemos llegado hasta ahí.

La pérdida auditiva es algo a lo que tarde o temprano se enfrentan muchas personas, y a raíz de ello existen múltiples niveles y tratamientos para poder escuchar, en mayor o menor medida, de la misma manera en la que lo hacíamos antaño. Sin embargo, lo primero que debemos hacer antes de solicitar un tratamiento o de comprar un audífono es cerciorarnos de que, de manera efectiva, estamos perdiendo audición. Si sospechas que ya no escuchas como antes y que tu pérdida de audición va a más, lo mejor que puedes hacer es consultar con un especialista cuáles son las principales pruebas para detectar la pérdida auditiva, para poder someterte a una de ellas y localizar realmente cuál es el problema.

Es muy probable que te hayas sometido a alguna de ellas en algún punto de vida, ya que son pruebas muy sencillas y prácticamente rutinarias que suelen hacerse en las revisiones médicas. En este artículo voy a exponerte los tests más comunes a la hora de comprobar si realmente se está produciendo una pérdida auditiva, y, en caso de que así sea, cuál es el nivel. En todo caso, si quieres saber más, puedes pedir más información en este enlace y encontrar la mejor solución para enfrentarte a tu situación.

Las pruebas más comunes para detectar la pérdida de audición

La pérdida auditiva puede darse a cualquier edad. Aunque principalmente se asocia como un rasgo casi característico de la vejez, lo cierto es que podemos comenzar a perder audición aun siendo jóvenes, o incluso de niños. Afortunadamente vivimos en una época en la que este tipo de pérdidas se pueden solventar con relativa facilidad, ya que existen aparatos específicamente diseñados para facilitarle la audición a aquellas personas que han comenzado a perderla. Sea como fuere, el primer paso indiscutible es encontrar el origen del problema, y para ello existen una serie de pruebas concretas que harán que tu especialista pueda asistirte mejor.

Audiometría. Es probable que te hayas sometido a esta prueba en más de una ocasión, aun no estando perdiendo audición en ningún sentido. Es la prueba más común no solo para determinar si existe pérdida o no, sino también para comprobar que el oído funciona correctamente. Se trata de una máquina que va emitiendo diferentes tonos de pitido, y el profesional te solicita que levantes la mano cada vez que lo escuches. Es la mejor manera de medir qué rango es capaz de captar tu oído, ya que puede llegar un punto en el que tú dejes de escucharlo, pese a que sigue habiéndolo. Es en ese momento en el que el especialista conocerá si hay o no hay pérdida de audición.

Impedanciometría. Otro método bastante popular que consiste en observar cómo se comporta la onda sonora en el oído del paciente. Basta con introducir una sonda en el oído y ver cómo reacciona. El paciente no necesita más que estar presente (evidentemente), pero se trata de un procedimiento sencillo y muy efectivo que ayudará a localizar el problema con rapidez.

Logoaudiometría. Como bien indica su nombre, este proceso hace referencia principalmente a cómo afecta la audición al lenguaje. Forma parte de la audiometría, pero se centra en la manera en la que el paciente es capaz de comprender palabras o frases. Para ello, al paciente se le dan unos auriculares desde los que escuchará una serie de palabras en determinado tono, y este deberá ir repitiendo lo que entiende. Es la mejor manera de conocer la gravedad de la pérdida auditiva o la naturaleza de esta.

Timpanometría. Esta opción es algo más técnica y no requiere de la participación activa del paciente, como la han necesitado otras pruebas. Se trata principalmente de ver cómo reacciona el tímpano ante diferentes presiones de aire, lo que permite al especialista no solo conocer el nivel de audición del usuario sino, también, el estado de salud del tímpano. Es un procedimiento muy sencillo que implica introducir una herramienta en el oído y medir la variación de presión que emite, y sus resultados son muy efectivos.

Estas son las pruebas más comunes cuando solicitas que comprueben tu nivel de audición. Ninguna de estas pruebas resulta agresiva o incómoda, y sus resultados son muy eficaces. En caso de que efectivamente haya habido una pérdida significativa, lo más probable es que te recomienden la utilización de audífonos, unos aparatos capaces de amplificar los sonidos y devolverte la audición tal y como tú la recordabas. En cualquier caso, no hay que preocuparse, pero siempre es recomendable acudir al médico.